En esta nueva entrada vamos a hablar acerca de la
deslocalización industrial. Para ello, haremos una definición de la misma,
comentaremos sus causas y sus consecuencias y pondremos un ejemplo que la
refleje.
La deslocalización industrial es aquel fenómeno que consiste en el traslado de
las empresas desde su lugar de origen a otro. La más generalizada se da desde
los países occidentales hacia países subdesarrollados.
La decisión que lleva a una empresa a mover sus factorías viene dada por causas como:
Hace un mes los principales directivos comunicaban que la fábrica atravesaba una situación crítica, por la cual se tendrían que tomar medidas ya que en esa situación, el mantenimiento de la fábrica no sería posible. A pesar de someter a la práctica totalidad de los trabajadores (191 de 193) a un ERE (*expediente de regulación de empleo), se ha anunciado su cierre para marzo de 2013.

Se cree que esto ha podido ser consecuencia de una política de deslocalización, ya que la empresa comenzó hace unos meses, en Tailandia, la fabricación de un nuevo modelo de motocicleta que, en principio, iba a realizarse en Gijón. De esta forma, obviamente, abaratará los costes de producción y conseguirá un mayor beneficio en este país, donde las condiciones laborales son precarias.

La decisión que lleva a una empresa a mover sus factorías viene dada por causas como:
• Reducción de costes: en países tercermundistas o en vías
de desarrollo, la mano de obra es mucho más barata que en el resto. Esto ocurre
como producto del analfabetismo, la poca cualificación de los trabajadores o el
bajo nivel de vida de la población de dichos estados. Así, las empresas que se
deslocalizan, aprovechan estas circunstancias para reducir las buenas
condiciones laborales: seguridad, establecimiento de jornada, etc.
• Legislación flexible: los países de destino, suelen ir
rezagados en lo que a política medioambiental, de seguridad o fiscal se
refiere. Así, las empresas que se deslocalizan disfrutan de ciertos privilegios
impensables en un país desarrollado como pueden ser las bajas tasas
impositivas.
Como resultado, el único objetivo de la deslocalización no
es el de obtener beneficio (puesto que en sus países de origen ya lo consiguen)
si no el de sacar todo el beneficio posible.
De este modo, la deslocalización implica una serie de
consecuencias:
- Positivas:
- Descenso del desempleo en el país que recibe las inversiones: en los países que reciben a las empresas extranjeras, la situación de desocupación es gravísima. Así, a través de la deslocalización se crean muchos empleos en el país de destino (aunque no los suficientes).
- Descenso de los precios en los productos, al ahorrarse las empresas muchos costes en mano de obra: esta consecuencia beneficia a los consumidores del primer mundo puesto que pueden permitirse productos de gran calidad a un precio menor si éstos provienen de factorías deslocalizadas.
- Negativas:
- Aumento de la desocupación en el país de origen: al trasladarse las factorías, los puestos de trabajo que éstas generaban en su país de origen son destruidos o se ven mermados.
- Creación de empleo de baja calidad en el país de destino: aunque se genera trabajo, las condiciones de éste no son las deseables. Existe precariedad en seguridad, jornadas, salarios, etc.
- Contaminación y destrucción del medio ambiente: dado que las políticas de responsabilidad en los países destino no son eficaces, la contaminación es un daño colateral de la deslocalización. Ésta favorece las sequías, las emisiones de gases tóxicos o los vertidos de residuos producto del proceso productivo.
- "Efecto dominó" en la competencia: dado que las empresas deslocalizadas obtienen grandes beneficios, el resto de las empresas no pueden si no imitar su modelo.
- Reducción de la calidad del producto: los bajos costes implican reducción de calidad.
Un ejemplo actual de deslocalización lo encontramos
en nuestra propia comunidad. La multinacional japonesa Suzuki tiene una de
sus fábricas en Gijón. Durante estos meses han surgido problemas y conflictos
con los trabajadores y los sindicatos, ya que pretenden cerrar la fábrica que
da empleo a casi 200 personas. Esta fábrica (en Porceyo) se dedica a la
fabricación de motocicletas y su producción en los últimos años se ha
desplomado (desde el año 2009 arrastra sucesivas regulaciones de empleo y
reducciones de plantilla).
Hace un mes los principales directivos comunicaban que la fábrica atravesaba una situación crítica, por la cual se tendrían que tomar medidas ya que en esa situación, el mantenimiento de la fábrica no sería posible. A pesar de someter a la práctica totalidad de los trabajadores (191 de 193) a un ERE (*expediente de regulación de empleo), se ha anunciado su cierre para marzo de 2013.

Se cree que esto ha podido ser consecuencia de una política de deslocalización, ya que la empresa comenzó hace unos meses, en Tailandia, la fabricación de un nuevo modelo de motocicleta que, en principio, iba a realizarse en Gijón. De esta forma, obviamente, abaratará los costes de producción y conseguirá un mayor beneficio en este país, donde las condiciones laborales son precarias.
También el efecto dominó generado por la deslocalización es
claro en España. Cada vez son más las empresas que se marchan a otros países.
Por ejemplo, y continuando en el sector de las motocicletas, no sólo ha sido
Suzuki, si no que en años anteriores Honda (2009) y Yamaha (2001) también
abandonaron el mercado español.
Actualmente es muy difícil frenar este proceso, sobre todo
en época de crisis, ya que el gobierno y los sindicatos tienen menor poder de
negociación al no poseer recursos para hacer que se que queden las empresas en
nuestro territorio (como por ejemplo las subvenciones).
Como conclusión, a pesar de que este proceso tiene
consecuencias negativas y positivas, no creemos que sea algo, tanto a corto
como a largo plazo, correcto.
Pueda que se deba a que pertenezcamos a un país que se ve
afectado por estas deslocalizaciones y más aún actualmente, cuando estamos
atravesando una época de crisis y altas tasas de paro.
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